Cruces y peirones

Las cruces de término, denominadas peirones en Aragón, son pilares o monolitos construidos en piedra o ladrillo que se localizan en las proximidades de un gran número de pueblos de la comunidad. Tienen una doble funcionalidad: por un lado señalan el inicio o confluencia de caminos, siendo referencia fundamental para identificar lugares, y por otro lado tienen un carácter devocional, santificando el lugar que ocupan. Hasta nuestros días han llegado numerosos ejemplares que se localizan sobre todo en las provincias de Teruel y Zaragoza.
Los peirones suelen estar compuestos por una grada y un fuste o caña y están rematados en su parte superior mediante una hornacina decorada con la imagen de un santo o virgen o también con una cruz. Los ejemplos más antiguos que hoy se conservan son las cruces góticas, algunas de las cuales datan del XVI. No obstante, los orígenes de los peirones en Aragón son muy anteriores y se remontan hasta la Antigüedad. En el mundo romano se creía que los cruces de caminos eran lugares frecuentados por fantasmas y almas en pena y para espantarlos, en ellos se colocaba una imagen de Mercurio que consistía en una columna de piedra o madera. También en el imperio conquistado por Roma se levantaban aras en las calzadas y en las salidas de las ciudades en las que se podían realizar sacrificios a los dioses confiándose a su protección. Los peirones, en su acepción actual, tienen sus orígenes en tiempos de la Reconquista en el siglo XII aproximadamente. Según algunas teorías estos hitos eran levantados a medida que los pueblos eran tomados a los musulmanes y pasaban a poder cristiano.
Además de ser elementos ordenadores del territorio, con una funcionalidad orientativa en cruces y bifurcaciones, caminos y cerros, no cabe duda de que el principal valor de los peirones es el derivado de la religiosidad popular. Son símbolo de la fe cristiana de la población a la que se llega y bendicen a los que la abandonan protegiéndolos en su camino o en sus faenas. Son también marco de rogativas y ceremonias dentro del ciclo litúrgico y son hitos en el camino de romerías. Algunos poseen incluso un carácter conmemorativo y han sido erigidos como ofrenda a un santo o rememorando una muerte en el lugar.
Aunque sean por lo general modestos en apariencia, los peirones son parte importante del patrimonio cultural de Aragón por su constante presencia en el paisaje de la comunidad y por ser testimonio de numerosas tradiciones que, debido al modo de vida actual, tienden a desaparecer. Por todo esto, la Ley 3/1999 de Patrimonio Cultural Aragonés en su Disposición adicional segunda recoge la declaración genérica como Bien de Interés Cultural por ministerio de ley, para todas las cruces de término existentes en Aragón

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